Los sistemas de gestión ambiental son instrumentos con un gran potencial para proteger el entorno y actuar sobre el impacto ambiental que generan las empresas.
Si bien en su implantación ha primado la mejora de la imagen de la empresa y la competitividad de la misma frente a otras empresas de su sector de actividad, lo cierto es que ésta puede obtener otra serie de beneficios tales como:
- Garantía de cumplimiento con la normativa ambiental en vigor y adaptación a futuras disposiciones legales.
- Mejoras en la eficiencia de los procesos, optimización y ahorro de consumos de materias primas y recursos (energía, agua,…)
- Prevención y control en la generación de emisiones, residuos y vertidos, lo que se puede traducir en menores costes de gestión, tratamiento, pago de tasas y cánones, etc.
- Exenciones y beneficios en el cumplimiento de determinados requisitos legales, mayores facilidades para la obtención de permisos y licencias, acceso a subvenciones y contratas públicas, etc.
La participación de los trabajadores es esencial para un eficaz funcionamiento del sistema de gestión ambiental, bien sea ISO 14001 o EMAS, a fin de alcanzar mejoras ambientales permanentes y consolidar en la empresa una política ambiental que ayude a avanzar hacia modelos de producción más sostenibles. Ello redundaría, a buen seguro, en una mejora de la salud laboral y la seguridad en los centros de trabajo, de la competitividad de la empresa, de la estabilidad de los puestos de trabajo y de la calidad del medio ambiente.